LA MÚSICA MENSAJERA DE LA PAZ

Hola amigos:

nos acercamos a las fiestas navideñas y desde estas págimas queremos acercaros reflexiones interesantes sobre la música. La que a continuación aparece pertenece al gran músico violinista Yehudi Menuhin y a Miguel Angel Estrella (director de orquesta).

A continuación una selección del artículo aparecido en el diario Le Monde Diplomatique, Número 29, Marzo de 1998

En este final del siglo XX, la humanidad atraviesa un período de angustia e incertidumbre. Los cambios
son tan importantes y tan rápidos que, a los veinte años, un joven ya puede decir: "El mundo ya no es el
que era". Cuando tantas cosas cambian, es toda la sociedad la que está llamada a transformarse y
permanece a la búsqueda de identidad.Esta transición se hace, a menudo, de forma dolorosa. Los
creadores, en los que cristalizan las angustias y los sueños de una sociedad por reconstruir, lo saben
bien. Para el artista, ya sea músico, escritor o pintor, esta búsqueda es mucho más ardua porque
necesita unir una sensibilidad exacerbada a una reflexión filosófica sobre su arte, lo que convulsiona lo
más profundo de sí mismo.
(...) En efecto, la música, medio y herramienta de expresión universal, permite la comunión y la
participación: unión con los otros, con el entorno, y participación en la riqueza interior del ser. No existe
una forma de expresión musical, sino varias. Todas ellas merecen respeto a condición de que estén
ancladas en una raíz cultural real, empezando por las más populares y las más simples, que encierran
auténticos tesoros de sensibilidad e invención. Todo esto supone renunciar a la apariencia y a la
posesión, lentejuelas ridículas y efímeras.

El arte protege de los instintos bárbaros
Nunca se insistirá bastante en que el pragmatismo profesional, la carrera por tener cada vez más dinero
y honores, es mortífera. Mata lo mejor que hay en nosotros: el amor y la libertad. A menudo solemos
olvidar el placer y el sentido de lo esencial. Y lo esencial camina a la par con el distanciamiento de lo
accesorio...
(...)
El artista ¿sería capaz de pretender que es cualquier otro el responsable de sus notas falsas? Cada uno
de nosotros debería aprender esto desde la infancia: somos responsables de nosotros mismos, y de los
demás. Desde hace siglos, cometemos un pecado capital: establecer una distinción entre lo que hay
que proteger y de lo que hay que protegerse. Pero deberíamos defender a nuestros enemigos tan bien
como a nosotros mismos; protegernos no de los extraños sino de nosotros y aprender a dar todo en
lugar de contentarnos con dar lo que nos sobra.
El compartir es la mejor garantía de la paz. La música y las artes invitan a la participación y constituyen
un antídoto contra los obstáculos a la armonía entre los hombres. Hacer música no es solamente tocar
o cantar, es también escuchar. Al aprender desde su más tierna edad a escuchar al otro, el niño
descubre lo que es la tolerancia y se protege de sus instintos bárbaros. La música debería pertenecerle
como el aire, el agua y la leche, pues, para nosotros forma parte de los derechos humanos. Representa
una fuerza insospechada en la sociedad, capaz de hacer que las cosas se muevan. Abrir los espíritus a
las capacidades de creación de todos y liberar los talentos: este es el papel del artista.
(...)
Cada uno de nosotros es un creador. Basta con que descubra su propio talento y se dedique a
desarrollarlo. El bailarín tiene la ambición de dominar su cuerpo. El violinista, su arco. El director de
orquesta, encontrar la relación justa entre la partitura y sus músicos. El flautista, al aspirar el aire, tiene
la ambición de dar vida a su instrumento. La interpretación depende finalmente de nosotros. La creación
vive en nosotros, nos posee, lo mismo que el infinito. En este sentido, todos somos divinos. Somos,
constantemente, creados, recreados, rehechos por una línea ininterrumpida durante millones de años,
lo que nos hace a todos solidarios.
(...)
Poner la música al servicio de la lucha contra todas las injusticias
significa solamente prolongar lo que


siempre hicieron los grandes músicos: Beethoven, Bach, Mozart, Mússorgski, Bartok, Liszt y tantos
otros que pasaron su vida dando generosamente lo mejor de sí mismos a la sociedad de su tiempo. La
música es una manera de ver a la humanidad, de dar testimonio de la época. ¿Cómo podría
permanecer indiferente un músico cuando, en cualquier parte del mundo, la vida o la libertad de los
hombres se ve amenazada?

Por eso nosotros, músicos y amigos de la música, creemos que puede acercar a los hombres y hacerlos
más solidarios. Mensajera de la paz, actúa en favor de los que sufren, están privados de la salud, del
derecho al trabajo, de su dignidad humana. La música no es —no debe ser— un objeto de consumo,
sino un medio de abrirse un camino hacia los otros y hacia sí mismo.

                                              ¡¡¡ ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO!!!

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